Hoy vamos a publicar un artículo de Carol Jackeline Aguirre Sánchez, abogada especialista en Medio Ambiente, Máster en Derecho Urbanístico y del Medio Ambiente de la Universidad de Vigo, Diplomada en Derecho Ambiental y Fiscalización Administrativa por el Ilustre Colegio de Abogados de Lima, Diplomada en Regulación y Fiscalización Ambiental por la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas – UPC, Diplomada en Administración y Gestión Pública por el Centro de Altos Estudios Nacionales – CAEN y Especialista en Gestión Ambiental y fundadora de Europa Amazonica.
Con amplia experiencia en el sector público, habiendo laborado como abogada de procuraduría en el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental – OEFA y como de la oficina de Planeamiento y Presupuestoen la Comisión para el Desarrollo y Vida sin drogas -DEVIDA; en el sector privado como Consultora Medioambiental en temas de Implantación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 para el sector público y privado, Elaboración de Memorias de Sostenibilidad y Verificaciones de cumplimiento legal; y participación como abogada especialista en medio ambiente para la Fundación Amazonía Viva – FUNDAVI, en los proyectos de reforestación y reducción de emisión de gases de efecto invernadero: “Reforestación y Captura de Carbono” y “REDD + Biocorredor Martín Sagrado”.
Agenda 2030
En el año 2015, Naciones Unidas aprobó la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y los 17 OBJETIVOS DE DESARROLLO SOSTENIBLE (ODS), los mismos que dan continuidad y fortalecen a los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) y han de guiar el trabajo de Naciones Unidas los próximos 15 años para acabar con la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos.
En mi investigación sobre este interesante tema pude ver que las mismas debilidades que aquejan a la Agenda 2030, también son su fortaleza, tal es el caso de la obligatoriedad de la implantación de esta, pues al no tener carácter jurídicamente obligatorio se diría que este compromiso sería imposible de cumplir, pero con los tiempos que corren, la sensibilización social que existe y la preocupación por el planeta en miras a un futuro y a un mundo mejor, hace que participar en metas tan importantes como la implantación de la Agenda 2030 y de sus ODS sea una labor voluntaria de real compromiso con un resultado muy satisfactorio.
Todos los sectores (privado y público) están llamados a participar, la comunidad internacional hizo explícita la necesidad de que todos los miembros colaboren por lo que es menester de los Gobiernos movilizar los medios necesarios para su implementación, adopción de los objetivos como propios y que establezcan marcos nacionales para su logro.
Asimismo, la comunidad ha dispuesto un abanico significativo de incentivos con el fin de que esta contribución resulte efectiva.
En el caso del sector privado (desde las microempresas y las cooperativas, hasta las multinacionales) como miembros de la sociedad resaltan su deber ético de contribuir a la mejora social, por lo que su participación se está haciendo notar, según un informe de la consultoría PwC (2015), elaborado a partir de una encuesta a 986 compañías de todo el mundo, un 71% de ellas ya se ha planteado cómo implicarse en los ODS y un 41% afirma que incorporará estos objetivos a su estrategia durante los próximos cinco años, lo que nos da un buen panorama de participación. Pero tampoco podemos olvidar el espíritu mercatil de este sector, por ello los ODS abren la puerta a numerosas oportunidades para las empresas, como las alianzas público-privadas para el desarrollo, el fomento de cadenas de valor integradas o la incorporación de los consumidores en mercados emergentes, al final todos se ven beneficiados.
17 objetivos que conllevan a un trabajo realmente arduo y ambicioso, pero necesario y sustantivo avance hacia la impostergable armonización de las decisiones y acciones en materia de desarrollo económico, inclusión social, protección del ambiente y la paz. Una participación que involucra a los gobiernos, a las empresas, a las agrupaciones, al individuo. 11 años para cumplir con estos objetivos, 11 años de acción continua para hacer de nuestro presente y del futuro un mundo mejor, son pocos años pero aún podemos empezar.